domingo, 24 de julio de 2011

¿Y AHORA QUE?


Después de todo un año con la rutina y el esfuerzo de la rehabilitación donde tengo un grato recuerdo de mis  ”fisios” Marigracia  y Jose, por lo que me ayudaron y animaron, te encuentras que te dan el alta y a tu casa, ya no tienes que madrugar ni pasar la mañana recorriendo la ciudad en la ambulancia, te encuentras en casa sin tener nada que hacer, comenzando una nueva vida y se cierne sobre ti el fantasma de la depresión  y el abatimiento.
Acostumbrado a una vida activa, trabajando muchísimo, sin haberte dado prácticamente nunca de baja, te ves en tu casa a una hora rara lo primero que hay que hacer es tener una actividad, no caer en la tentación de pensar no sirvo para nada.
Comencé a despertarme a las ocho, hacer a continuación en la cama, los mismos ejercicios que hacía en rehabilitación, me levantaba y aseaba, como mi mujer ya se había marchado y me había dejado a mano las cosas del desayuno yo me lo preparaba después fregaba los platos, como estaba aburrido me entretenía limpiando el polvo y haciendo crucigramas, dameros etc. para agilizar la mente. ¡NUNCA SOFÁ Y TELEVISION!
En estas primeras semanas, el demonio de la depresión intentará apoderarse de ti, llorarás, te desesperarás y lo verás todo muy negro, yo gracias al apoyo de mi familia y a mi fe de tener una Roca donde agarrarme para no ser arrastrado por la corriente de mi nueva situación, pude superarlo.
Hay que ponerse metas, andar cada día un trecho y al día siguiente un poco mas hasta cansarse (que sensación mas estupenda es cansarse) señal que estás desempeñando una actividad física.
Mi primera gran meta era poder renovar el carnet de conducir, yo tenía miedo que en mis condiciones no me lo renovaran, pedí a Dios con todas mis fuerzas, fui a Tráfico y me lo dieron sin problemas, tendría que conducir un coche automático, con una bola en el volante.
¡ Que inyección de moral ¡, me sentía un poco mas “normal” y ahora a por el coche, al poco tiempo se presentó mi hermano Gabriel  con  un Toledo automático que vendían a muy buen precio en  un concesionario amigo suyo, por ser automático y no poder venderlo, entregué mi viejo Citroen BX19 y me encontré con un coche que yo podía conducir ¡Dios es grande!, ya podríamos ir a nuestra casa del campo mi mujer y yo sin molestar a nuestro sobrino José Carlos, que el pobre estaba de taxista nuestro, cuando me monto en el coche me siento una persona como las demás, se acostumbra uno a conducir sin ningún tipo de problema, hemos ido a Granada, Sevilla sin problemas y exactamente como antes
Mi primera meta ya está cumplida, pero esto es solo el principio.

1 comentario: